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miércoles, 4 de marzo de 2015

La cuchara aventurera

uno de calibre S que escribí para mi nieto






La cuchara aventurera

Puede escucharse mientras 
se sigue el texto en el 
vídeo que figura al final


Una cuchara  de silicona, de las de dar papilla a los bebés, que vivía en el cajón de los cubiertos, un día dijo así a sus compañeras.
-Estoy harta de servir papillas y hacer siempre el mismo recorrido del bol a la boca, siempre viendo lo mismo. A partir de ahora, ya que no puedo cambiar mi carga, por lo menos voy a conocer otros lugares y hacer turismo.
Dijo aquello tan fuerte que le escucharon también los cuchillos, los tenedores, los cucharones, batidores y coladores que dormían en otro cajón más abajo.
Sus compañeras trataron de convencerla pero ella seguía pensando igual, además les respondió así:
-Vosotras, vulgares cucharas de acero, sois muy atrasadas; yo soy una moderna cuchara de silicona y, por tanto, no puedo comportarme como vosotras ni compartir vuestras ideas anticuadas.
Así que, cuando la usaron para darle la papilla a Eric; la cuchara, en lugar de ir a la boca como sería lo natural, se descargaba por el pelo, las orejas, la nariz, el cuello,… poniendo al pobre todo cubierto de papilla. Por otra parte, éste, como tenía mucha hambre y no le llegaba nada comestible a la boca, se ponía a llorar montando un tremendo escándalo.
De nada sirvieron todos los intentos de guiar la cuchara a la boca, ni tan siquiera agarrándola con las dos manos, siempre acababa dejando su carga de papilla en cualquier otro lugar.
Al final se tuvo que usar una de aquellas anticuadas cucharas de metal y, finalmente, Eric dejó de llorar y pudo comerse su papilla; aunque le tuvieron que dar un buen baño.
Desde entonces la cuchara de silicona quedó para siempre olvidada en el cajón más hondo y oscuro del armario de los cubiertos.

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