Un nuevo cuento acumulativo (entre otras cosas, de cargos ocupaciones o pluriempleos) sobre un Reino muy peculiar, en donde se aprecia también lo relativo de las cosas. Lo publiqué en "En el Mundo de los Cuentos"
EL REY
QUE QUERÍA UN GIGANTE
Puede escucharse mientras
se sigue el texto en el
vídeo que figura al pie
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Había una vez un reino muy lejano, muy lejano, y muy pequeño, muy pequeño. No es que se viera pequeño debido a la gran distancia sino que era pequeño de verdad, con abundancia de pequeñez o, si lo preferís, con escasez de dimensiones. Tan pequeño era que no tenía ni castillo ni palacio, y el Rey tenía que vivir en una escalera de vecinos; en el Principal Primera por ser el Rey, pero en una escalera de vecinos. En
Un día el Rey llamó al Chambelán que vivía en el
Principal Segunda y le dijo:
-Ya
estoy harto de ser la burla de los otros Reyes; cada vez que asisto a la boda
de la princesa de un país vecino se ríen de que en este reino no tengamos un
gigante, como es tradicional, y tan sólo tengamos duendes, brujas y trasgos
porque ocupan poco espacio. Esto no lo
puedo tolerar, o sea que ya te puedes ir espabilando para conseguir un gigante,
por lo menos de dos metros.
Dijo el Chambelán
-Majestad:
como Ministro de la Vivienda
que soy no encuentro que podamos alojar a un gigante, no hay vivienda alguna
vacía y menos de las dimensiones adecuadas.
-Eso
son excusas, todo el mundo sabe que los gigantes viven en los bosques o en una
cueva de la montaña.
Respondió el Ministro de la Vivienda , que también era
el Chambelán
-Permitidme
deciros Majestad, como Ministro de Medio Ambiente que soy, que
en el reino no contamos con bosques y tampoco con montañas.
-Pues
entonces ordeno que se plante un bosque inmediatamente
Dijo el Ministro de Medio Ambiente, que era el
Ministro de la Vivienda ,
que era el Chambelán
-Como
no sea en el aparcamiento de la real carroza… porque
como Ministro de Obras Públicas que soy le informo que no queda un palmo
cuadrado disponible en todo el reino. Además no sé qué opinaría el Tesorero
Real, que soy yo, del costo de la obra.
-Pues
que hable el Tesorero Real
-Majestad –
dijo el Tesorero Real, que era el Ministro de Obras Públicas, que era el
Ministro de Medio Ambiente, que era el Ministro de la Vivienda , que era el
Chambelán – El Tesoro Real podría
soportar la plantación de media docena de pinos, que es lo que cabría en el
aparcamiento, pero también se ha de considerar el costo de adquirir un gigante
con sus aranceles aduaneros y su licencia de importación. Claro que al suprimir
la carroza real se compensaría con el
ahorro de sueldo de cochero y lacayos.
-Pues
no se hable más, plantemos el bosque y comencemos a buscar un gigante en paro
en los reinos vecinos.
-Majestad
-terció ahora el Ministro de Agricultura, que era el Tesorero Real, que
era el Ministro de Obras Públicas, que era el Ministro de Medio Ambiente, que
era el Ministro de la
Vivienda , que era el Chambelán – ¿habéis
pensado en lo que debe costar alimentar a un gigante?; porque ni toda la producción de nuestras explotaciones
agrícolas con sus cuatrocientos metros cuadrados de huerta, ni las granjas
avícolas a pleno rendimiento con sus cien gallinas, ni toda la ganadería ovina
con sus diez ovejas censadas y menos aún la vaca lechera que compone nuestra
cabaña bovina, serían suficientes para ello y entonces, tanto vuestra Majestad
como todo el reino se verían obligados a pasar hambre.
-Decís
bien señor Ministro, - concluyó el Rey - pero es mi voluntad y debemos encontrar una solución para, sin
prescindir de nuestras comodidades ni de nuestras provisiones, contar como todo
reino que se precie con un gigante. Estudiad todos los problemas, sometedlo a los
Sabios y Consejeros del reino y mañana me traéis la solución.
El Ministro de Agricultura, el Tesorero Real, el
Ministro de Obras Públicas, el Ministro de Medio Ambiente, el Ministro de la Vivienda y el Chambelán
se recogieron a debatir consigo mismos, puesto que eran también los
Consejeros del reino y los hombres más sabios.
La reunión, frente a una taza de café y una
magdalena, fue tensa e intensa y se prolongó hasta altas horas de la noche.
Cada cual planteó sus puntos de vista, los pros y los contras, estando incluso,
en algún momento, a punto de llegar a las manos, pero finalmente llegaron a una
solución y se retiraron todos juntos a descansar como un solo hombre.
Al día siguiente se presentó el vecino del
Principal Segunda, en calidad de Chambelán, ante la butaca del Rey y, haciendo
una reverencia, dijo:
-Majestad;
hemos debatido el tema y, finalmente, el Guardián de las Pesas y Medidas nos ha
hecho comprender que las dimensiones y las proporciones son relativas y que a
tal reino corresponde tal gigante, por lo tanto ya hemos resuelto el problema
sin costo alguno e, incluso podría reportarnos ingresos extra por turismo.
-Decid,
mi buen Chambelán, explicaos
-Hechos
los oportunos cálculos, en función del tamaño de vuestro reino y de las
dimensiones medias de los gigantes que habitan los otros reinos, da como
resultado que para vuestro reino bastaría con un gigante de un metro sesenta y
cinco centímetros, con lo que, además, sería el gigante más pequeño del mundo
y, por tanto, una atracción turística de primera magnitud.
-¿Y
dónde podríamos encontrar un gigante así de pequeño?
-
Majestad, - dijo el Chambelán - yo estoy acostumbrado a asumir todos los cargos y papeles en vuestra
Corte y, como además mido precisamente ese metro sesenta y cinco centímetros,
podría asumir también el trabajo de gigante, siempre que no se me exhiba más de
dos veces por semana y no se me haga vocear más de una vez al día, puesto que
mis otras obligaciones me lo impiden.
El Rey quedó más que satisfecho con la sabia
decisión de los ministros y sabios de su Corte y mandó celebrar la llegada del
Gigante Más Pequeño del Mundo haciendo colgar banderitas de la barandilla de la
escalera y tirando un par de cohetes; de lo que, lógicamente, se encargó el
Ministro de Festejos y Cultura que era el Ministro de Agricultura, que era el
Tesorero Real, que era el Ministro de Obras Públicas, que era el Ministro de
Medio Ambiente, que era el Ministro de la Vivienda , que era el Chambelán y muchas otras
cosas más y que, además, a partir de ese momento pasó a ser también el Gigante
del Reino.
Como ya ha acabado el cuento.... puedes darte por contento.
Como ya ha acabado el cuento.... puedes darte por contento.
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