Hoy Cloe ya ha olvidado su intento, que casi le cuesta la vida, de nadar. Ha quedado limpia de aceite de motor y ha superado el trauma. ¿Cuánto tardará en intentar otra de las suyas y con qué nos va a sorprender? se preguntaban sus amigos Woffe y Muuriel. Pronto lo sabremos.
Otro día "Cloe quiere... hablar"
CLOE QUIERE VOLAR
Puede escucharse mientras
se sigue el texto en el
vídeo que figura al final
Tras su intento de ser pato, Cloe no había vuelto a tener una idea semejante, por lo menos durante el tiempo que tardó en quedar limpia de aceite de motor.
Esta vez se encontraba picoteando en el tornajo de los gorrinos. El amasado estaba bueno y aún quedaban restos en las esquinas. Andaba picoteando un pequeño trozo de patata perdido entre dos de las tablas del comedero, cuando se le echó encima el verraco con malas intenciones. Saltando y aleteando pudo huir de sus fauces. Estaba segura que se la hubiera comido; los cerdos son insaciables y capaces de comer cualquier cosa, viva o muerta.
Se quedó al otro lado de la cochinera respirando entrecortadamente y recuperándose del susto y del esfuerzo.
En aquél momento, un pajarillo saltó volando de una rama al tejado del gallinero, y Cloe tuvo una idea, una única y solitaria idea en su minúsculo cerebro:
- Si volara no habría peligro de que me atrapara el cerdo, me elevaría en el aire y no me podría alcanzar.
Intentó mover las alas vigorosamente; por falta de musculatura no iba a ser, porque contaba con una potente pechuga. De nada le sirvió. Intentó hacer lo mismo tomando carrerilla, pero tampoco se levantó un dedo del suelo.
Probó de subirse a un árbol para lanzarse desde una rama y planear abriendo las alas, como había visto hacer al águila, pero tampoco fue capaz de trepar por el tronco, ni siquiera un palmo.
Así que, como de costumbre, fue a pedir consejo al animal más inteligente de la granja, que en aquel momento se encontraba rumiando, rumiando: Muuriel la vaca.
Le expuso su pretensión y Muuriel le dijo:
- No puedes volar porque no tienes alas
- ¡Que sí tengo! Muu, ¿no las ves? - dijo, extendiendo y agitando aquellos muñones de alas rudimentarias.
- Esas cosas ridículas no sirven para volar y, como ya te he dicho en otras ocasiones, no pretendas ser otra cosa, acéptate tal como eres, una gallina, y no intentes ser un pájaro porque acabarás mal.
Cloe, no convencida, siguió con aquella idea y tratando de volar. Se peinaba las plumas de los alones y se decía:
- Si lo mío se llaman alones es porque son más importantes que las alas. Si no puedo volar es por falta de entrenamiento.
Se pasaba las horas agitando los alones y tomando carrerilla a ver si acababa remontándose, pero no.
Un día se le ocurrió subirse al tejado del gallinero para lanzarse desde la altura, comenzó a trepar por la escalera hasta lo más alto, consiguió llegar al tejado, abrió las alas, estiró el cuello hacia adelante y se lanzó al vacío.
Mientras caía agitó frenéticamente las alas, pero fatalmente vino a dar en el duro suelo, con tan mala fortuna que se le rompieron los huevos que ya estaban a punto de poner, y se pasó días sacando trozos de cáscara esquinados, con lo que eso duele.
A causa de esto, acabó haciendo caso a lo que le había dicho Muuriel, se conformó con ser gallina y ya no intentó ser otra cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se admiten comentarios incluso anónimamente. Lo único es que no se publicarán hasta su filtrado para evitar cosas indeseables para todos.