Hoy comienzo a publicar aquí, aunque lo iré dosificando para que dure, una serie a la que he llamado CLOE QUIERE... en el que se relatan las aventuras y desventuras de una gallina inquieta y emprendedora. Cada relato pretende aportar alguna enseñanza, aunque creo que el que más ha aprendido con todo ésto he sido yo al escribirlo.
Otro día "Cloe quiere... volar"
CLOE QUIERE... NADAR
Puede escucharse mientras
se sigue el texto en el
vídeo que figura al final
Cloe se encontraba escarbando en el
huerto, comiendo lombrices, gusanitos, escarabajos, toda clase de
bichos y algún grano que otro. Prefería hacerlo en el montón de
estiércol que tenían en la granja para abonar los sembrados y a la
que llamaba la Montaña de Basura; porque allí se criaba, al
calorcillo de la fermentación, mucha más cantidad de bichos
comestibles, más gordos y se encontraban algunos granos de los que
caían de los pesebres.
Cuando regresaba al corral y pasaba
junto a la laguna, vio a un pato nadando tranquilamente y zambulléndose
para pescar moluscos, alevines o renacuajos. Se quedó mirando y tuvo
una idea – sólo una porque su pequeño cerebro no daba para más –
y se dijo:
- Si tengo dos patas, plumas, pico
y pongo huevos ¿por qué no voy a poder nadar yo también?
Se acercó poco a poco al agua y
metió una pata, estaba fría pero no mucho, y sin pensárselo más –
no hubiera sido capaz – se tiró al agua y se comenzó a hundir.
Gritaba kooook, kooook,
porque se estaba ahogando.
Suerte tuvo que por allí estaba
Woffe el perro y la oyó cacarear, se tiró al agua, la cogió por
una pata con los dientes y la sacó a tierra firme.
Cloe se sacudió como pudo, pero
volvió a mojarse bien mojada cuando Woffe se sacudió como suelen
hacerlo los perros, le dio las gracias por salvarla y se quedó allí
al sol hasta secarse. Pero aquella idea no se le iba de la cabeza,
aunque tampoco habría sitio para otra idea más.
Decidió consultarlo con el animal
que creía más inteligente de la granja, la vaca Muuriel, que
siempre estaba rumiando y rumiando, y le preguntó:
- Muu, -
que es como la llamaban los amigos -¿Cómo es que yo
me hundo en el agua y el pato no?
- Porque el pato tiene una grasa
que le impermeabiliza las plumas, y a ti se te mojan. Pero no pienses
en ser algo diferente de lo que eres, acéptate como gallina que eres
y no pretendas ser pato.
Pero Cloe, desoyendo el sabio
consejo de Muuriel, siguió con aquella única idea que le llenaba la
cabeza y ocupaba todo su pensamiento.
Un día que andaba persiguiendo
saltamontes, vino a dar debajo del tractor de la granja y vio que
perdía aceite, debajo había un charco de aquel negruzco aceite de
motor. No se lo pensó dos veces, porque no era capaz de ello, y se
revolcó sobre el charco, embadurnándose las plumas y quedando con un
penoso aspecto.
Se encaminó a la laguna y se echó
al agua comprobando con alegría que flotaba; pero al poco, como no
tenía las patas palmeadas que le ayudaran a nadar y mantener la
verticalidad, comenzó a balancearse a un lado y a otro como un
tentetieso, hasta que dio la vuelta de campana y se quedó sumergida
patas arriba.
Suerte tuvo Cloe que Wolfe había
estado viendo, muy divertido, toda la escena y se lanzó en su
auxilio, la agarró con los dientes de una pata cuando ya se estaba
ahogando y la sacó medio muerta. Woffe tuvo que escupir con asco
porque se le había ensuciado la lengua con la grasa del tractor.
Tardarían días hasta que a Cloe se le fuera aquella asquerosidad de
las plumas. Comenzó a recuperarse, y le ayudó la ducha que le
propinó Woffe al centrifugarse como suelen hacer los perros.
Se quedó mirando a su salvador y
una nueva idea vino a reemplazar a la que tenía en su minúsculo
cerebro.
- ¡Cómo me gustaría ser perro!
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