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miércoles, 27 de mayo de 2015

Periquillo el de Malas

Estos días estaba todo el mundo por la política y las elecciones. Sé que no se acabó ese cuento de nunca acabar, pero aquí va otro cuento algo diferente.
PERIQUILLO EL DE MALAS


Puede escucharse mientras 
se sigue el texto en el 

vídeo que figura al pie



Érase una vez un joven que, según su padre, todo lo que hacía lo hacía mal.
Un buen día le dijo su padre:
- Hijo; ya es hora de que te ganes el pan que te comes.
Y le compró un hato de ovejas a ver si aprendía a guardarlas y así comenzaba a ser responsable y ganarse la vida.
Él, muy contento, comenzó a cuidar su rebaño. Pero un día en que estaba tan feliz tocando el caramillo sobre una piedra, mientras vigilaba a las ovejas, pasó por allí un caballero.
Al caballero le pareció que Periquillo era un poco tonto y se dispuso a aprovecharse de él.
- Muchacho, ¿me venderías tus ovejas?
Periquillo le contestó:
- Y ¿cómo me las vas a pagar?
- Pues en tres plazos: tarde, mal y nunca.
Periquillo le entregó las ovejas y se despidió hasta el día de cobrar el primer plazo.
Cuando llegó a su casa y le contó la venta a su padre, éste se enfadó mucho y le dijo que le había engañado y que no le pagaría.
Pasaron unos días y Periquillo se puso en camino para cobrar sus ovejas.
Llegó al pueblo en que vivía el caballero y se plantó en su casa.
- ¿Qué quieres?
Le preguntó
- Soy Perico el de Malas y vengo a cobrar el primer plazo de mis ovejas.
Como no le quería pagar, Periquillo se sacó la correa y comenzó a repartir zurriagazos a diestro y siniestro.
Cuando aquel hombre vio lo que se le venía encima le dijo:
- Abre ese cajón y saca el dinero que hay, pero vete y déjame en paz.
Perico hizo lo que le había dicho y se fue tan contento a llevarle a su padre el dinero del primer plazo de las ovejas.
Al mes siguiente volvió a ponerse en camino y también llegó a casa del Señorito.
En aquella ocasión llevaba un hermoso garrote.
Le preguntó:
-  ¿Quién eres y qué quieres?
- Soy Periquillo el de Malas, y vengo a cobrar el segundo plazo de las ovejas.
Y como no quisiera pagarle, le arreó un garrotazo que lo dejó medio seco. El pobre decía:
 - No me pegues más, toma el dinero de esa caja y vete.
Perico así lo hizo y le llevó a su padre el dinero diciéndole:
- ¿No decías que no me pagaría? Pues aún me queda un plazo.
Al mes siguiente se puso en camino y llegó a casa del Caballero que, al parecer, estaba muy enfermo.
- ¿Quién eres y qué quieres?
 - Soy Periquillo el de Malas y vengo a cobrar el tercer plazo de las ovejas.
Pero el hombre, que estaba muy enfermo, le dijo:
- No me pegues que no me puedo defender, en el corral tienes tus ovejas, yo no las puedo cuidar, llévatelas que no se mueran de hambre.
Y Perico se fue muy contento con sus ovejas a enseñárselas a su padre que, desde entonces, ya no volvió a decir que no servía para nada.





1 comentario:

  1. Me ha dado alegría encontrarme con este cuento, porque es parecido otros que me contaba mi tio-abuelo cuando yo era niña.

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