LOS MIL OJOS
Puede escucharse mientras
se sigue el texto en el
vídeo que figura al pie
Todos
sabemos que existe el milpiés, aunque nunca entenderé cómo es
capaz de andar con todos ellos sin hacerse un lío y
no tropezarse continuamente. Al menos yo, con dos solamente, algunas
veces he dado un traspiés.
Pues
del mismo modo; hace muchísimos y muchísimos años, había un ser
al que yo llamo el monstruo de los mil ojos, porque contaba con un
millar de ellos repartidos por todo el cuerpo, y eso lo considero
monstruoso. Por los fósiles descubiertos se ha podido datar que tuvo
una vida muy corta y se acabó extinguiendo a poco de su aparición
sobre la Tierra.
Los
arqueólogos deducen, por lo reducido de su cráneo, que no contaba
con un cerebro muy desarrollado y era incapaz de realizar varias
tareas al mismo tiempo, como se dice que le pasa a los hombres, y es por eso que consideran que la causa de
su extinción fue el sueño.
Según
han publicado en las revistas científicas, al llegar la noche y disponerse a dormir, comenzaba
cerrando el primer ojo, luego el segundo, el tercero, y así hasta el
ojo número mil. Pero, antes de que acabara de cerrar el milésimo
ojo, se hacía de día y tenía que volver a abrirlos uno por uno, con tan mala
suerte que, antes de abrir el número uno, ya se estaba haciendo de
noche y comenzaba a cerrar el número dos, luego el tres y sucesivos.
Así, indefinidamente, se repetía el ciclo y aquel pobre animal
acababa muriendo por no poder pegar ojos, sus mil ojos, para conciliar un sueño reparador.
Por
eso debemos dar gracias a que la Naturaleza, Dios o el Azar, nos haya
dado sólo dos ojos y podamos cerrarlos, además, a un mismo tiempo
para poder dormir plácidamente.
No
envidiemos al que mucho tiene, porque puede acabar pasándonos como
al monstruo de los mil ojos. Mejor es conformarnos con tener lo justo
y necesario y saber usarlo con inteligencia.
EL JUEVES PRÓXIMO: El rey de los caracoles
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