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miércoles, 13 de diciembre de 2017

Las Notas del Dr. Hexápodus desde 7 Nivoso

 La liberación de su encierro y 
el sorprendente hallazgo de un 
mundo subterráneo le esperan
esta vez
 



LAS NOTAS DEL Dr. HEXÁPODUS






 

EL CUADERNO
   
(Desde 7 Nivoso)


7 Nivoso (creo)
La noche se me hizo muy larga. El silencio era abrumador, casi sólido, pero estruendosamente roto por algún resoplido de Adagio, mi propia respiración y el zumbido de la sangre al fluir por mis venas en un continuo batir, a semejanza de un gran tambor retumbando en mis oídos. No sabía si era de día o de noche, ni siquiera cuánto tiempo había dormido, ni si había remitido el temporal. En aquel silencio y oscuridad estaba totalmente desorientado y decidí levantarme. Tenía que explorar a fondo la cueva por si encontraba alguna vía de escape, así que prendí de nuevo la lámpara y me puse a revisar y palpar las paredes, cada saliente y cada hueco, durante una cuantas decihoras que no puedo precisar porque perdí la noción del tiempo.
Intenté localizar los bordes de la puerta por la que habíamos entrado, pero parece ser que ajustaba tan perfectamente en el hueco que fui incapaz de diferenciar la puerta en la pared de piedra. Únicamente pude encontrar en una parte de la roca los restos de unas huellas de barro que habíamos dejado al subir por la rampa, pero aun así era incapaz de encontrar en donde acababa aquella losa de piedra y comenzaba la pared. El desánimo se apoderó de mí y pensé que en aquella oscura cueva, en el vientre de la roca tras una puerta infranqueable, iba a encontrar mi final.
Puse algo de beber a Adagio, aunque no quedaba mucha agua, pero ¿qué más da?, total acabaremos por asfixia antes que por sed... Había apagado la lámpara para conservar al máximo el oxígeno y, en aquella oscuridad y silencio, únicamente me quedaba para llenarlos: los recuerdos, los sueños, todas mis experiencias y exploraciones.
Recordaba vívidamente otra ocasión en que buscando en la Costa Espejo ejemplares del caracol ermitaño quedé atrapado en un paso estrecho de una caverna situada al pie de un acantilado. Había tenido la ocurrencia de penetrar por la galería que conducía a un lago subterráneo, en donde me habían informado que aún se encontraban ejemplares en estado salvaje. Y allí me hallaba yo, inmovilizado en una galería, boca abajo y sin posibilidad de avanzar ni retroceder. Desgraciadamente había penetrado al poco de haber comido copiosamente y la orondez de mi abdomen se atascó en aquel paso estrecho dejándome atrapado. Tuve que permanecer allí varias dh hasta que los jugos gástricos hicieron su función y, terminada la digestión, pude salir del atolladero y dejar sin completar lo que allí me había llevado. Pues ahora me sentía igual de impotente pero con la tripa vacía, o al menos me lo parecía, por lo que en recuerdo de aquella ocasión, eché mano de las provisiones y comí algo con desgana. Total... es lo único que voy a sacar de aquí, pensé. El comienzo de la digestión y lo poco que había dormido anteriormente se tradujo en un profundo sopor y allí me quedé dormido, como un tronco, sobre la tela de la carpa.
No habrían pasado apenas unos deciminutos, supongo, cuando; en aquel silencio espeso, casi sólido, me despertó un chasquido y un chirrido como de dos piedras rozándose; una tenue y creciente claridad comenzó a iluminar la cueva y, finalmente, pude distinguir una parte de la pared girando sobre si misma, en el hueco abierto en la roca apareció una figura vestida con un sobretodo blanco y se me acercaba. Con sorpresa distinguí en aquel personaje a Lupi que me saludó con una voz que retumbaba en las paredes de la cueva. Traía en una mano otro sobretodo que comencé a enfundarme y en la otra un saco de pienso que acercó a Adagio.
- Le ruego que me disculpe por no haber llegado antes pero es que, tras la escalada, llegar al acceso de emergencia, entrar, abrir la rampa, cambiarme las ropas mojadas y las botas, estaba totalmente derrengado, me he sentado un rato para recuperarme y me debo haber quedado dormido por más tiempo de lo deseable. Seguro que aquí en la oscuridad y el silencio se le ha hecho muy largo pero no han pasado más de dos dh, creo. Ahora me imagino que debe tener ganas de comer algo decente – me dijo - ¡vamos!, tengo muchas cosas que contar pero lo haremos en la sobremesa frente a unas tazas de café.
Todo aquello me dejó patidifuso, pero lo que más me asombraba es que al parecer había roto definitivamente su mutismo. Atravesando aquella puerta dimos con una amplia sala tan iluminada que tuve que entrecerrar los ojos para acostumbrarme, estaba equipada con mesas y sillas como en un restaurante.
- Éste es el comedor de la base – me dijo y, sacando unos recipientes de un armario, los introdujo en una especie de caja cuadrada que había en la pared tras un mostrador o repisa de acero brillante. Acto seguido preparó dos bandejas; de otro armario sacó una botella, la descorchó y sirvió dos vasos de un vino tinto que me resultó lo mejor que había probado nunca, ni tan siquiera cuando había estado en Poor Span.
- Mientras termina de prepararse la comida me voy a buscar a Wolf, que aún sigue en su encierro
Se perdió por una puerta corredera a un lado del mostrador y al poco reapareció acompañado de un enorme perro lobo. Esta especie sólo la conocía por grabados, pero ahí tenía, delante de mí, un hermoso ejemplar vivito y coleando, como dándome la bienvenida. Se sentó al lado de la silla que ocupaba su amo y se le quedó mirando mientras éste le pasaba la mano por el lomo.
Al poco, aquella extraña caja dio un aviso y Lupi sacó los recipientes, los abrió, los colocó en las bandejas y los sirvió en una mesa, sentándose en una silla, yo hice lo mismo. En un cuenco había una crema fluida que al probarla me dejó aún más sorprendido; aquello no tenía nada que envidiar a los mejores platos del mejor restaurante de Sandulia, ni tan siquiera a la famosísima “crema de sirenas” del restaurante Puertos Blancos situado en la ría de Almira.
- Esto es una sencilla crema de marisco, del menú normal de la base – me dijo – y el segundo plato es un ossobuco, pruébelo
Acababa de comer en la cueva pero, tras catar aquellos platos, decidí que prefería reventar a dejarlos. No voy a describir lo tierna que resultaba la carne ni los aromas de las verduras que la acompañaban ni el sabor de la salsa, sólo puedo decir que nunca había probado nada igual y que aquel aroma superaba con mucho a las tentaciones olfativas a las que me había visto sometido con la engañaolfatos. También había sacado un pan horneado hacía bien poco porque aún se conservaba tibio, y le dio un buen trozo a Wolf que lo engulló de un bocado. De otra cámara frigorífica, pues eso debía ser la otra de donde había sacado los primeros platos, sacó unas tarrinas de helado de frutas silvestres que ya ni me molesto en describir porque no tendría palabras. Y dimos por terminada la cena con unas tazas de café negro, espeso, ardiente y aromático.
Le pregunté que si era un Regenario y me contestó que había sido un estudiante de Historia, que se había propuesto hacer su tesis doctoral sobre aquel movimiento, y que investigando había dado, casualmente, con esta base allá por el año 220 DR.
Al preguntarle de cómo había podido entrar teniendo en cuenta lo oculta que estaba la base y sus accesos y me comenta que:
- Llegué aquí, por las referencias dispersas que pude encontrar en las ruinas de las otras bases, con la intención de investigar también las ruinas de ésta, pero no encontraba ruinas por ningún lugar ni señales de acceso alguno. Ya a punto de desistir, estaba descansando al pie de un saliente cuando una roca de movió lentamente dejando una abertura redonda y yo; irreflexiva, pero afortunadamente, me introduje por ella. Encontré una puerta que pude abrir con facilidad y encontré todo esto. Fue un hallazgo casi imposible, pero me encontré en el lugar exacto en el momento exacto. Según pude saber después, el sistema de acceso estaba programado – no sé el motivo – para que si no había actividad al cabo de un año, la puerta se abriera automáticamente durante una hora cada semana, aunque a horas distintas, por lo que mi hallazgo no deja de ser casi milagroso. Luego descubrí el procedimiento de apertura y la lista clave. Se trataba de que la puerta respondía a una orden verbal que cambiaba automáticamente cada día. Al pronunciar el nombre de un animal pero en orden inverso de sílabas, daba lugar a que se abriera o cerrara el paso. Al principio tenía que anotarme cada día la clave de acceso, pero luego acabé aprendiéndome la lista y ahora cada día, rutinariamente, al levantarme recuerdo la clave del día anterior y memorizo la del día actual. Precisamente hoy es “lalubeli” y mañana será “brelie”.
Los regenarios habían muerto a manos del ejército o bajo los escombros de sus bases; pero aquella, al encontrarse en un paraje tan aislado, no había sido localizada. Todos sus habitantes se supone que habían muerto de viejos en sus instalaciones, pero Lupi sólo encontró a su llegada, en uno de los dormitorios, los huesos limpios de uno de ellos; huesos que envolvió en las sábanas y enterró en una fosa que pudo excavar lejos de la base en que el terreno dejaba de ser rocoso. De eso hacía ya diez años, de los que los tres primeros se los pasó estudiando y aprendiendo el funcionamiento de todos los servicios y equipos. Desde entonces se dedicó a ir reintroduciendo la fauna y flora antiguas por aquellos territorios deshabitados y, periódicamente, acudía a Arsix en busca de algunas provisiones y complementos que no había en la base, así como para ponerse al día de lo que pasaba por el mundo; y así me encontró, o mejor dicho, nos encontramos.
Estuvo horas hablando, como para resarcirse de su mutismo anterior, parecía que necesitaba alguien que le escuchara. Diez años en aquel lugar debían hacerle sentir muy solo. Ahora comienzo a atisbar las respuestas a aquellos interrogantes que dejé sin explicación en el viaje sobre los conejos y las truchas, ahora todo comenzaba a tener sentido. Todo lo que me contó de sus peripecias, sus investigaciones, el descubrimiento y posterior uso de la base lo voy a pasar a otro cuaderno porque se sale de la exploración en curso y además porque el material es tanto y tan interesante que da para un nuevo libro.
Me hizo acompañarlo a encerrar a Wolf. Tras aquella puerta había un amplio habitáculo con el suelo de arena en cuyo centro se alzaba un árbol petrificado, al pie del cual corría un arroyuelo de agua cristalina. Revisó el dispensador automático de pienso y nos retiramos. Recorrimos aquel nivel en donde se encontraban los servicios del personal; dormitorios, aseos, comedor, cocina, despensas, enfermería, biblioteca, ludoteca y quién sabe cuantas cosas más. Había perdido la noción del tiempo en la cueva y luego habíamos estado horas de charla, así que el cansancio no se hizo esperar, nos retiramos cada uno a un dormitorio de los cincuenta que había y, tras ducharme, afeitarme, ponerme un pijama que encontré en un armario, probé la cama, me acosté y me quedé profundamente dormido.
He aplazado la redacción de estas notas a la mañana del día 9 aunque las fecho como día 7, pero anoche hubiera sido incapaz de escribir ni una letra. Esta noche si que dormí a gusto en este lecho mullido y limpio tras los pasados días de duro suelo y saco de dormir.

9 Nivoso
Me parece que he perdido la cuenta y un día en la cueva, estoy hecho un lío, así que tengo que saltar un día y ahora paso a relatar sucintamente lo que he visto hoy, y con mayor detalle en el otro cuaderno. Tras levantarme, darme otra ducha calentita, que me apetecía, y desayunar con Lupi, éste me llevó a los niveles inferiores. Primero tuvimos que pasar por una cámara de esterilización para evitar contaminar los laboratorios y almacenes. En el siguiente nivel, una gran sala en un ambiente húmedo, casi de saturación, se encontraban muchos metros cuadrados de bandejas de cultivo hidropónico, y al fondo semilleros y unas jardineras profundas. Había bandejas en las que crecían variadas especies vegetales, según me dijo Lupi en parte para plantar y en parte para procesamiento, congelación y uso de la cocina, así como para pienso con que alimentar a herbívoros. En los semilleros también brotaban verduras, arbustos y plantones de árboles de tal variedad que no soy capaz de enumerarlos, y en las jardineras había trasplantados árboles frutales ya aptos para su plantación definitiva. Algunos de ellos ya tenían frutos. Pregunté si podía coger alguno y Lupi me dio una manzana de un rojo intenso que comí con corazón y todo, estaba deliciosa.
A la izquierda había una puerta que daba, a través de una esclusa, a los silos de semillas conservados en ambiente inerte y temperatura controlada. Gran cantidad de algo como archivadores con cajones guardaban todas las muestras de semillas de la antigua flora.
A la derecha de la gran sala había otra puerta, tras la que se encontraban amplias mesas de trabajo equipadas con herramientas para trasplante y poda, así como varios silos de sustrato de variadas composiciones, junto con otro gran depósito de compost y estanterías llenas de paquetes de macetas de cartón biodegradable. Había también una máquina enorme que, con los restos de paja y fibras no utilizables, preparaba una pasta de cartón y luego moldeaba las macetas en distintos tamaños. Por lo que se ve Lupi lo mantenía todo limpio y en orden, se notaba que se había trabajado intensamente en aquella sala. En un lateral de aquella sala y tras una esclusa me enseñó unos grandes silos.
- Aquí viene a parar el contenido de los cultivos hidropónicos, salvo una bandeja que se reserva para semillero, se deshidratan a baja temperatura para evitar fermentaciones y así obtenemos pienso para los criaderos del último nivel
Pasamos al siguiente nivel y desembocamos en una sala en semipenumbra, a lo largo de la pared de enfrente había una infinidad de recipientes transparentes de muy variados tamaños llenos de un líquido turbio en unos, ambarino en otros y transparente en otros. Según me comentó se trataba de los tanques-madre capaces de gestar en su interior desde una musaraña a un ballenato. También había amplias peceras, algunas con terrario incorporado en las que se veían pulular peces diversos, alevines y renacuajos. Alguna rana adulta croaba a la orilla del agua. En la pared a nuestra espalda había gran número de cubículos, también de tamaños diversos, que me comentó se trataba de incubadoras.
Una puerta a la derecha llevaba a un pequeño distribuidor al que daban gruesas puertas de cámaras frigoríficas y al fondo un armario con trajes aislantes. Lupi abrió un instante una de las puertas y salió una vaharada de aire gélido, tras la que pude distinguir estanterías y más estanterías con cajas. Cerró rápidamente y me explicó que ahí se guardaban las muestras de tejidos y ADN de todas las especies conocidas.
A la izquierda de la sala de tanques-madre había otra puerta que daba a un sofisticado laboratorio biológico: probetas, destiladores, retortas, microscopios, espectrógrafos, centrifugadoras... todo un arsenal destinado a la investigación biotecnológica y la clonación de especies a partir de las muestras de ADN para su cría en los tanques. En aquellas instalaciones me imagino que también se llegaron a producir las termitas transgénicas de la sílice.
Había otra puerta que no me enseñó y eso despertó mi curiosidad. Le pregunté y, aunque se resistió un tanto, me dijo:
- Aquí hay algo que no he usado nunca y que, tras lo que he podido leer, no pienso usar; prefiero los procedimientos naturales o como mucho los de laboratorio a eso de la electrobiótica.
Abrió la puerta y me enseño lo que había.
- Esto que tenemos aquí es una Bioprint, una impresora bio3d, de última generación en los tiempos imperiales. Permite crear copias, no sólo tridimensionales sino totalmente fidedignas de cualquier cosa o ser a partir de la semblanza molecular obtenida por ecoscaneo de muy alta resolución a nivel atómico, tomando como base un modelo original. Se utilizan para ello los depósitos que aquí puedes ver y que contienen los elementos atómicos básicos; especialmente carbono, hidrógeno, y oxígeno, seguido de hierro, nitrógeno, calcio, fósforo, potasio, sodio y muchos otros. Teóricamente podría reproducir cualquier ser vivo; pero, por lo que he podido leer; no es recomendable, ya que al operar con organismos muy complejos, cualquier error infinitesimal de escaneo o de impresión podría dar lugar a aberraciones o mutaciones indeseables, tal como debió pasar con los producidos por el Imperio. Se aconseja únicamente su uso para multiplicar animales unicelulares, óvulos, semillas y hasta tejidos, pero como dispongo de muestras de ADN y semillas suficientes, ni siquiera eso necesito, por lo que esta puerta ha permanecido cerrada desde hace muchos años hasta hoy, y así seguirá.
Cerró la puerta y a continuación bajamos al nivel inferior. Era una amplia superficie de la que no se veía el final y en donde pude ver corrales, cuadras, pocilgas, aviarios y terrarios diversos. La iluminación era semejante a la luz solar y, según me comentó, se mantiene el ciclo diario de luz y oscuridad natural de 24 horas (él sigue usando las horas sexagesimales del Imperio, aunque si ha adoptado el Nuevo Calendario). En una cuadra había cuatro vacas y un buey con unos pocos terneros de diversos tamaños.
- Estas vacas, además de para reproducción y cría de sus terneros, son ordeñadas automáticamente y la leche se esteriliza para su consumo directo y la que no se consume pasa a formar parte en la elaboración de los alimentos congelados de la despensa y, cuando los terneros están bien alimentados, las despensas están suficientemente provistas y sobra, cosa natural estando yo solo, también sirve para alimentación de otras crías en esta planta.
En otro corral había un pequeño rebaño de cabras con unos cuantos cabritillos, y en otro lo que había eran ovejas. También pude ver cerdos con sus lechones.
En un aviario tenía gallinas, pavos y patos con nidales en los que algunas estaban empollando. Sobre ellos revoloteaban pequeños pajarillos que me parecieron colibríes. Le pregunté por qué no había más aves, ni rapaces y porqué los terrarios estaban vacíos.
- A base de equivocarse uno acaba aprendiendo; de momento no pienso criar frugívoros, granívoros ni insectívoros. Hasta que la flora que me interesa no se expanda lo suficiente no puedo permitirme pájaros que se coman las semillas ni que acaben con los insectos polinizadores. Por lo que respecta a los depredadores, como he podido aprender lamentablemente, mientras los herbívoros no supongan un problema para los pastos no pienso activarlos a fin de controlar su población. Al principio introduje en un pequeño valle no muy lejos de aquí ovejas y perros, pensando inocentemente que harían de pastores y los protegerían de no se sabe qué, pero como no tenían otra cosa que comer que las propias ovejas, acabaron con ellas y cuando regresé al lugar aquél ya no quedaba ninguna y los perros habían muerto por inanición.
Al fondo, a la izquierda y tras una esclusa me enseña unos grandes silos, bajos pero de gran superficie. La temperatura era bastante alta y la iluminación intensa. En los silos se insufla aire templado por su base y se va rociando con agua pulverizada por arriba, agua que se va recirculando desde la base al siguiente silo. Según me explica allí se produce la fermentación o compostado de la paja que ha servido de cama en las cuadras y corrales junto con el estiércol y gallinaza que se van retirando automáticamente cada día, los residuos orgánicos de cocina y lavabos, así como los restos de poda, hojas y varios como la paja sobrante no usada para hacer macetas, y otros diversos restos de la planta de vegetales. El agua que va humedeciendo los compostadores es la que procede de la cocina, del sistema de lavado tras ser tratada por ósmosis a fin de eliminar las trazas de detergentes orgánicos procedentes de los lavabos, y que llega canalizada junto con los restos de alimentos triturados y disueltos en la misma. El contenido va pasando secuencialmente de uno a otro silo y el resultado de todo el proceso es enviado, desde el último silo en que se deseca, a la sala de almacenaje de sustratos y abonos del nivel de la Flora. El agua residual del último contenedor, muy cargada de materia orgánica fermentada, se usa mezclada con agua limpia para el riego.
Allí abajo no se notaba el paso del tiempo pero el estómago ya me estaba dando avisos, así que subimos al primer nivel y Lupi preparó una suculenta comida y, para postre, unas frutas que recolectó al pasar por el nivel de Flora. Estaban maduras y con un aroma que no tenía nada que envidiar a las de mi huerto, aunque estas además para mí eran más exóticas y nunca las había probado, y su cultivo se hacía sin ningún abono o aditivo que no fuera natural.
Con el café, y durante toda la tarde, siguió hablando y yo tomando notas de todo lo relacionado con la repoblación que estaba llevando a cabo. Le hice algunas observaciones que fueron bien acogidas puesto que en aquellas materias era autodidacta, ya que era historiador. Así se pasó la tarde, cenamos y nos retiramos a dormir no sin antes llevarle a Adagio un saco de pienso y un manojo de zanahorias que también había cogido de las jardineras.


(Si queréis ampliar conocimientos o aclarar dudas podéis consultar los anexos publicados anteriormente)

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