Y aquí terminan las andanzas de esta gallina alocada. Esta vez Cloe se da un baño, aunque no en el estanque.
Se trata de un baño de realidad y de
autoestima.
La verdad es que a mí me gustaba más cuando se metía en líos
y lo hubiera dejado en el capítulo anterior, pero era el trece
y pensé que mejor ese número no, que ya había tenido bastante mala suerte la pobre.
Otro día... Algo nuevo que ando maquinando
CLOE QUIERE SABER
Puede escucharse mientras
se sigue el texto en el
vídeo que figura al final
Un día, a Cloe se le encendió una
chispa en el cerebro; se trataba, no de otra idea descabellada, como
habitualmente, sino de una pregunta. No una pregunta como las que
tenía a todos acostumbrados:
¿por qué no puedo nadar?
¿por qué no puedo volar?
¿por
qué no puedo hablar?…
La pregunta era la siguiente:
- ¿Cómo es que Muu y Wof saben
muchas cosas más que yo? ¿acaso, por ser gallina, tengo que ser
tonta?
Y se encaminó a hablar con quien
todos pensaban que era la más inteligente de la granja, que siempre
estaba rumiando: la vaca Muuriel, y le preguntó:
- Muu ¿Por qué yo sé tan poco y
vosotros tanto? ¿Puedo aprender? Ya sé que no he sido capaz de
aprender a nadar, volar, hablar y tantas cosas más; pero ¿Es que
soy tonta por el hecho de ser gallina?
-
No eres tonta,
– respondió Muu – la
prueba es que te haces preguntas como ésta, sólo
que no eres consciente de lo que sabes. Además, cada cual sabe
cosas diferentes; tú sabes, aunque no lo puedas creer, cosas que yo
no sé, y yo sé cosas que tú no sabes
- ¿Y por qué no me enseñas?
- En eso no te puedo ayudar ni dar
clases, a lo sumo algún consejo o alguna exhortación. Cada cual
debe descubrirlo por su cuenta y es la vida la que enseña. Tan solo
tienes que desvelar esas enseñanzas ocultas, hacerlas aflorar y
aprovecharlas.
- Pero yo no sé nada…
- Eso te crees tú, lo que pasa es
que nunca has reparado en ello. Pasa revista a tu vida, haz memoria,
aunque te cueste un esfuerzo, y ya verás las cosas que has
aprendido a lo largo de tus pocos años de gallina.
- Pero si lo único que he
aprendido es que hay cosas que no soy capaz de hacer: nadar, volar,
hablar, viajar…
- Sí, pero de los fracasos
también se sacan enseñanzas, y no debes pensar sólo en los
fracasos y en lo negativo, piensa en las cosas positivas. Piensa en
que tienes amigos, en cómo eres capaz de hacer cosas que otros no
pueden: como cazar saltamontes al vuelo o localizar un grano de
trigo en un pajar, pero no desesperes. Cada cual atesora una gran
riqueza de conocimientos escondidos entre los recuerdos, aunque no
sea consciente de ellos. Piensa y analiza cada cosa que hagas o
hayas hecho, y verás que tengo razón, que sabes mucho más de lo
que crees y que nadie puede darte lecciones; en todo caso se pueden
compartir conocimientos y experiencias, pero siempre se recibe en la
medida que se da, y tú tienes mucho que dar.
Cloe
se marchó
a su Montaña de Basura
a pensar y,
mientras cazaba lombrices, gusanos, escarabajos y toda clase de
insectos, comenzó a recordar;
Recordaba cuando estando dentro
del huevo, sintió que ya había llegado su hora y comenzó a
picotear el cascarón con todas sus fuerzas, sin que nadie le
hubiera tenido que enseñar aquello, lo hizo por si misma y sin
ayudas.
Recordaba cuando comenzó a usar
sus menudas patitas y echó a andar, sin que nadie le hubiera
enseñado.
También recordaba cuando comenzó
a cambiar su suave plumón por suaves, pero fuertes, plumas y cómo
éstas la abrigaban en el frío invierno, por lo que no tuvo
necesidad, como la golondrina, de emigrar a África del Sur.
Se
dio cuenta de que era capaz de alimentarse por si misma y hacerlo
muy bien y sin que nadie le enseñara qué era comestible y qué no.
No tenía necesidad de mojarse para pescar en el agua, con lo fría
que estaba, ni tenía que cazar los insectos al vuelo con el riesgo
de ser la presa de una rapaz en
lugar de ser
el cazador .
Recordó
también, como alguien le había contado, que a aquel loro
parlanchín lo habían encerrado en una jaula para divertir a los
humanos, que le enseñaban palabras malsonantes, y recordaba que
ella también había estado en una jaula. Por
lo que pensó que ése era el destino de los que no seguían su
naturaleza y actuaban como no debían. Así aprendió que le
convenía, como a todos los demás, no hablar el lenguaje de los
humanos, ni siquiera para pedir comida que ya se sabía agenciar por
su cuenta.
Recordó
haber visto al gato cazar ratones y alimentarse con ellos
¡Qué asco!
Y también a los humanos comerse a sus primas las perdices, conejos,
liebres y otros animales que cazaban
¡Qué
horror! ¡Con lo ricos que estaban los saltamontes! ¡Eso sí que
era caza!
Y
no hablemos de su habilidad para hacer nidales y poner sus huevos
para incubarlos. ¡A
ver si sabía hacer eso una vaca o un perro!
Tampoco
necesitaba, como la paloma, una pareja que la ayudara, se bastaba y
sobraba ella sola para cuidar de sus huevos y sus pollitos. ¿Para
qué necesitaba un gallo, aparte de los fugaces encuentros de
fertilización? ¿Tenía necesidad de aguantarlo horas,
días y meses? ¡No!
Y a Cloe se le despertó la
autoestima dormida y comenzó a valorarse, cosa que nunca antes
había sido capaz de hacer.
Además
estaba pensando mucho, intensamente, y varias cosas a la vez - algo
que ni ella ni nadie hubiera creído posible – y
es
que el ejercicio mental desarrolla
la memoria y el entendimiento.
Por
una vez, Cloe, sin necesidad de intentar emprender algo imposible,
fue feliz, se sintió realizada y se lo agradeció a los consejos de
Muuriel, pero mucho
más
a ella misma.
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