Pero la fama es pasajera y el mal de asiento le duró
a Cloe más que lo que tardaron en volverla a ignorar.
Suerte que las gallinas duermen en su palo, de pie y
no se sientan salvo que tengan que empollar
y Cloe no estaba clueca.
Otro día "Cloe quiere... adelgazar"
CLOE
QUIERE OCULTARSE
Puede escucharse mientras
se sigue el texto en el
vídeo que figura al final
La
temporada de saltamontes estaba en su apogeo y Cloe iba de banquete
en banquete, y aunque Muu le había recomendado una dieta más
equilibrada, con mucha menos proteína animal, ella seguía
poniéndose como el Quico.
Iba
por el cercado cazando a diestro y siniestro y deglutiendo aquellos
crujientes ortópteros, parecía que no tenía fondo y que no se iba
a saciar nunca.
Sobre
una roca estaba posado el ejemplar más grande que había visto en su
vida y se le hizo el pico agua. Se acercó sigilosamente y, en el
mismo momento en que estaba a punto de lanzar un certero picotazo,
surgió de la roca algo largo, flexible y húmedo que capturó al
saltamontes y desapareció con él en el interior de aquella extraña
piedra. Al saltamontes se le oía pataleando y agitándose incluso
después de su desaparición.
Cloe
dio un salto atrás, aleteando agitadamente, salió corriendo
despavorida. Al cabo de un buen rato, cuando se hubo tranquilizado un
poco, decidió acercarse con mucha cautela a la piedra, pero ésta
seguía allí y no se veía ni rastro del saltamontes.
No
podía comprender lo que había pasado, ni tampoco habría sido capaz
de comprenderlo por más que se estrujara el seso, así que decidió
ir a consultar a aquella que creía podía darle una explicación.
Llegó
a la cuadra y allí estaba su amiga.
-
Muu, acabo de ver a una piedra comerse a un saltamontes.
-
¿Qué has comido? ¿algún hongo? ¿cañamones?
-
No, en serio, ya me lo iba a comer cuando se lo ha llevado y ha
desaparecido dentro.
-
Eso hay que verlo, ¡vamos! Enséñame esa extraña roca.
Cloe
la guió y Muu llegó a la roca. Parecía una piedra normal y
corriente, gorda pero normal, del mismo color que las otras piedras
que había por allí.
Señalando
con las plumas del ala derecha le dijo:
-
¿Ves?, ¡aquí estaba!
-
Sí, conforme, lo que tú digas, te creo, pero me gustaría verlo por
mí misma. ¿Puedes cazar otro saltamontes y dejarlo justo ahí?
-
Pues claro. Ahora mismo.
Y
salió en pos del más grande que se veía por allí, lo atrapó con
un certero picotazo y aún se debatía cuando lo dejó sobre la roca.
Tanto
Cloe como Muu quedaron muy sorprendidas cuando, algo como una larga
lombriz, flexible y húmeda, se pegó al saltamontes y desapareció
con él del mismo modo que había aparecido.
-
¿Lo ves? ¿lo ves?, ya te lo dije, pero tú no te fías de mí.
-
Hummm, si que es raro. Tengo que admitir que no sé lo que pueda ser.
Veamos… déjame pensar… ¿Podrías intentar tantear con el pico o
las patas el sitio en donde ha desaparecido ese saltamontes?
-
¡Si, claro! ¡para que se me lleve y desaparezca yo también!, pero
bueno..., voy a probar.
Y
acto seguido, con todo el miedo que podía albergar y todo el cuidado
posible para no hacerse daño, le largó un picotazo a un saliente de
la roca y notó que cedía al contacto. Inmediatamente se oyó:
-
¿Pero qué haces? ¿Es que no puede uno comer tranquilamente?.
Déjame en paz y no se te ocurra volver a picarme.
Un
raro animal, del color de la piedra, apareció sobre el verde pasto.
Era para Cloe como una extraña y gorda lagartija de las que andaban
por la granja, pero mucho más grande y cabezona. Al poco, comenzó a
cambiar de color y a desaparecer al ir adquiriendo el mismo tono de
la hierba.
-
¿De dónde sales, camaleón? - dijo Muu
-
Me escapé de un terrario y aquí he encontrado un buen lugar para
vivir y comida abundante.
-
Cloe – dijo Muu – éste que ves es un
camaleón, un raro animal que se mimetiza cambiando de
color y se disimula en su entorno.
Antes
de que cambiara totalmente de color, haciéndose invisible, un
saltamontes se puso a su alcance y él lanzó su larga y elástica
lengua, lo atrapó y se lo tragó.
Cloe
quedó muy impresionada por lo que acababa de ver, pensó que había
visto a las ranas y sapos hacer algo parecido, pero aquella cosa no
se asemejaba a ningún batracio conocido y pensó también:
-
¿Cómo es posible que haya visto al saltamontes, si casi lo tenía
detrás?
Pero
no necesitó respuesta al ver que sus ojos se movían
independientemente y giraban en todas direcciones.
Marcharon
de allí, con mucho cuidado para no pisar al camaleón, que ya no se
distinguía sobre el pasto.
Muu
regresó a su pesebre y continuó rumiando, como hacía
habitualmente.
Cloe
marchó a la Montaña de Basura a cazar, para no quitarle las presas
a camaleón, pero no pudo evitar pensar y, poco a poco, una idea se
fue materializando en su pensamiento.
-
¡Qué bueno sería hacerme invisible!
Así
que regresó donde había dejado al camaleón para preguntarle cómo
lo hacía, pero le costó encontrarlo.
Finalmente,
descubrió aquella larga lengua atrapando una mosca y haciéndola
desaparecer dentro de un tocón. Sobre aquel resto semipodrido de un
árbol talado pudo, a duras penas, distinguir la silueta de aquel al
que iba buscando y, mirando fijamente a aquella silueta difusa, le
dijo:
-
¡Es extraordinario! ¿Cómo lo haces para desaparecer así?
-
A esta habilidad se la llama mimetismo y cada cual emplea técnicas
distintas; lo mío es cambiar de color, pero otros lo que hacen es
cambiar de forma. Otros, si no pueden hacer una cosa ni la otra, se
ocultan en entornos en los que su color pase desapercibido; como
sucede con una liebre blanca que habita en las nieves perpetuas y su
pelaje no se distingue del entorno o esos peces del color de la arena
que se ocultan en el fondo de los mares.
-
Y ¿no podría hacer yo lo mismo?
-
Lo mío no puedes, eso de cambiar de color es una cualidad orgánica
y genética que no se puede aprender, se tiene o no se tiene. Pero te
aconsejaría que intentaras aprender las técnicas de ocultación de
otros animales como: el insecto palo, el insecto hoja, el grillo
verde... Pero todo depende de tus aptitudes y de lo que pretendes
hacer, de si quieres ocultarte o aparentar ser otro animal u objeto.
Cloe
marchó no muy convencida.
-
¿Orgánico? ¿Genético? Si él puede hacerlo ¿Por qué yo no? ¿Es
que soy menos capaz?
Cloe
se aposentó sobre una piedra intentando cambiar de color, se
concentró lo máximo que sus capacidades le permitían y repetía:
-
Quiero ser color piedra, quiero ser color piedra.
Tras
unas cuantas horas abandonó el intento pensando que el color de la
piedra era muy difícil y que el verde de la hierba podría ser más
fácil, se puso en cuclillas sobre el pasto, tal como si estuviera en
su nidal, y comenzó a repetir, como un mantra:
-
Quiero ser verde como el pasto, quiero ser verde como el pasto.
Acabó
cansada y aburrida, y sin conseguir cambiar el color de una sola
pluma.
-
A grandes males, grandes remedios – se dijo
Y
corrió al lugar en donde recordaba que estaban tirados los restos de
pintura que había usado en otra ocasión, pero esta vez no se
trataba de ingerir la pintura para sacar huevos coloreados, se
trataba de darse una capa de pintura verde, para que nadie pudiera
distinguirla cuando se ocultara entre el césped.
Descubrió
un bote de pintura verde en la que aún quedaba suficiente, lo volcó
hasta que se formó un charco y, como había hecho en otra ocasión
con el aceite del tractor, se revolcó en él.
Quedó
toda de un verde precioso y se sintió muy contenta.
-
Esta vez sí lo voy a conseguir.
Y
marchó a toda prisa al pastizal para ocultarse.
Al
llegar, en lugar de desaparecer se sintió desfallecer; el color
verde con el que se había camuflado era un verde oscuro muy
diferente al de las hierbas y, en lugar de confundirse con el pasto,
destacaba de un modo escandaloso.
Se
dio un baño intentando quitarse la pintura y, como era una pintura
al agua, logró librarse de una buena parte, aunque tardó días
hasta quedar totalmente limpia como antes.
Mientras
se libraba de la pintura, le dio tiempo de investigar a otros
animales miméticos, pero los iba descartando uno a uno:
Probó
de imitar al insecto palo, haciendo mil contorsiones, estirando las
patas, el cuello y las alas; pero, con su tamaño, no conseguía
parecerse a unas ramas, a lo sumo se hubiera parecido a un tronco,
pero el color tampoco la ayudaba mucho, además lo único que
consiguió fueron unas agujetas que la tuvieron doblada unos cuantos
días.
Con
el insecto hoja tampoco consiguió nada y, además, en modo alguno
volvería a pintarse de verde.
Un
día presenció una escena que, aún siendo cotidiana, le sorprendió,
porque nunca había pensado ni reparado en ello, de tan habitual que
era.
Un
gato, apareciendo de la nada, atrapaba a un pájaro que no había
reparado en su presencia. El gato no era un animal mimético, pero no
se puede negar que tiene una gran habilidad para ocultarse, es muy
sigiloso y muy ágil. Es capaz de esconderse muy eficazmente, sin
tener necesidad de cambiar de color o de forma.
-
¡Esto sí que puedo hacerlo!
Se
escondió tras un tronco cuando vio llegar a Wof, éste pasó de
largo sin reparar en su presencia; en realidad lo hizo ver, porque
Cloe en modo alguno hubiera podido ocultarse a su privilegiado
olfato. Esto la llenó de alegría y saltaba de gozo.
-
¡He conseguido despistar a Wof! De todos modos ¿Quién quiere
hacerse invisible para que venga alguien y te pise sin darse cuenta?
El que no se consuela es porque
no quiere.
Cloe acabó olvidando lo del
mimetismo, el camaleón, el insecto palo, la pintura verde y siguió
con su vida de siempre…. Hasta la próxima ocasión
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