PÁGINAS RECOMENDADAS

miércoles, 20 de mayo de 2015

Había una vez un barquito chiquitito


EL BARQUITO CHIQUITITO


Puede escucharse mientras
se sigue el texto en el
vídeo que figura al pie


Había una vez un barquito chiquitito, tan chiquitito que no tenía más de dos metros de eslora. Tenía su palo mayor, que era su único palo, su vela latina, y en la popa su caña con su timón y una bonita bandera ondeando. Estaba pintado de azul con el nombre pintado a proa, tanto a babor como a estribor, Estaba varado en la playa, pero aquel barquito no sabía navegar porque nunca lo había hecho antes, y nunca lo había hecho antes porque no podía navegar.
No es que no pudiera navegar porque no estuviera en condiciones de hacerlo, puesto que era un barquito reglamentario, hecho con los mejores planos, con las mejores maderas en sus cuadernas y con la quilla perfectamente calafateada. No podía navegar, sencillamente, porque no tenía la licencia de la Comandancia de Marina y por eso no se podía hacer a la mar, y allí seguía tendido indolentemente en la arena con su vela arriada y amarrada.
Iban pasando las semanas, una tras otra, con instancias y certificados por triplicado, con fotocopias y fotografías, con esquemas, planos y bosquejos, con descripciones e instrucciones y con informes de astillero. Así de cola en cola y de ventanilla en ventanilla pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco y seis semanas. Sí, nada más y nada menos que un, dos, tres, cuatro, cinco y seis semanas de trámites y burocracia, pero al fin aquel barquito chiquitito tenía ya su permiso de navegación y, tras pintarle su matrícula en la amura de babor y la amura de estribor, aquel barquito navegó.
Y si esta historia parece corta, volveremos, volveremos a empezar.
“Había una vez un barquito chiquitito......”




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se admiten comentarios incluso anónimamente. Lo único es que no se publicarán hasta su filtrado para evitar cosas indeseables para todos.