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jueves, 30 de abril de 2015

El pago del gorrinico

Otro cuento de aquellos que se contaban 
y se escuchaban, a veces arrebujados en 
las mantas. Éste es uno de tantos en que los 
malentendidos juegan un papel importante 




EL PAGO DEL GORRINICO


Puede escucharse mientras 
se sigue el texto en el 
vídeo que figura al final


Era costumbre, en aquellos tiempos, que la gente comprara un gorrinico de estete para su engorde y poder luego tener chorizos, morcillas, tocino, magras y jamones; importantes comestibles que complementaban lo que sacaban del huerto y del corral.
También algunos tenían la costumbre, ya que no los dineros necesarios, de pagarlo cuando ya se había pasado el mataero; bien en dinero contante y sonante, bien en especie, con partes del cerdo muerto. Los gorrineros pasaban por la casa a reclamar el pago en el momento apropiado.
Pues héte aquí que había una familia que vivía en un cortijo en lo alto de un cerro y, como quiera que no les iba bien pagar en aquel momento, cuando contaban con recibir la visita de los gorrineros, le dijo la madre al hijo:
- Mira si vienen preguntando por mi, les dices que me he ido al pueblo a vender unos ajos; y mientras tanto estate al cuidado de la olla no se vaya a pegar o que se apague la lumbre.
- Si, madre dijo el chico que era un poco corto de entendederas.
El muchacho se quedó concentrado en la olla, vigilando con un cucharón y era tanta el hambre que tenía que, mientras hervía el cocido, garbanzo que subía, garbanzo que no bajaba, ya que lo cazaba y se lo zampaba.
Al cabo de un rato llegaron a cobrar; iban con la lengua fuera de lo empinada que era la cuesta, y le dijeron.
- Muchacho, ¿está tu madre?
- No, que se ha ido a deshacerse de unas cabezas.
- ¿Y tu padre?
Su padre en aquel momento estaba en la viña arrancando las cepas secas y plantando sarmientos nuevos.
- Allí enfrente en el bancal, sacando muertos y enterrando vivos.
- Entonces ¿qué haces aquí tú solo?
El chico respondió, mirando la olla
- Vigilando para que los que suban ya no bajen.
Los gorrineros salieron a escape cuesta abajo gritando:
- Vámonos que en esta casa nos pelan
Así se libraron por un tiempo de pagar.   

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