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martes, 10 de febrero de 2015

Los diablos y el estuche






 

Un cuento original con el que disfruté mucho escribiéndolo y cada vez que lo leo. Ciertamente es un poco surrealista pero está lleno de humor y fantasía. A ver qué os parece.


 

LOS DIABLOS Y
EL ESTUCHE
Puede escucharse mientras se sigue 
el texto enel vídeo que figura al pie



En un lugar llamado Pinto Pisto Gorgoristo del reino de  Festonia vivía Stulcio Lardiano que era el Protosterio y Escalocio de su comunidad, tenía los títulos de Gran Mergomante en Amplitudes y Supervisor de puntos y comas; pero tenía una enorme avidez por los cargos y otras mandancias, por lo que se encaminó a la Capital del Reino a entrevistarse con el Archiperre Supremo a fin de conseguir nuevas prebendas y bicocas.
Consiguió audiencia y le expuso sus pretensiones. Éste, tras consultar el currículum, el calendario del apicultor, así como la coyuntura presente y futura, le dijo.
- Te concedo el cargo de Clavifer Ante Portas
Y así Stulcio regresó a su casa más contento que unas pascuas con esta nueva encomienda.
Al llegar a su ciudad dijo así:
¡Cuidado conmigo! porque
yo soy el que tiene la llave,
el que abre, el que cierra,
el que entra y el que sale.
Y así, tan satisfecho, se retiró a descansar de su largo viaje; descanso que no le duró mucho porque, al poco, le llegaron unas risas y unos cantos a su ventana
Tralaralarilo
Tralaralarila
Quien así cantaba era una no mal parecida joven, alegre y cantarina, que tenía su alcoba,  salita y cocina, también un estuche bonito y cuadrado que era perfecto por todos sus lados.
A Stulcio no le hacía gracia la alegría y los cantos de aquella joven y ya estaba más que harto, por lo que últimamente, cada vez que la escuchaba, se lo llevaban los diablos.
- Ah, ¡si yo pudiera hacerla callar, daría lo que fuera!
Entonces uno de los diablos dejó de intentar llevárselo y le dijo:
- Yo soy un Diablo de Tercera
y puedo hacer lo que quiera
- Si la haces callar me puedes pedir lo que sea
- Pues me pido tu alma, no es que valga mucho y como la tuya tengo montones; pero si no, ¿qué otra cosa podría pedir un Diablo?
Allí mismo se extendió el contrato y Stulcio lo firmó con su sangre que, afortunadamente, en aquel momento le manaba copiosamente de las narices.
El diablo se armó de cuernos, avernos y caviernos; adoptando la apariencia más horripilante y, oliendo a nitratos, sulfatos. cloratos y otros muchos atos, se acercó a casa de la joven.
- Soy el Diablo de Tercera
y te traigo un miedo
terrible cual fiera dijo
A lo que la joven, sin asustarse ni un pelo, le respondió:
- Y yo soy una joven no mal parecida,
alegre y cantarina
que tengo mi alcoba,  salita y cocina,
también un estuche bonito y cuadrado
que es también perfecto por todos sus lados.
Y dicho esto abrió el estuche y miedo y diablo fueron a parar al fondo quedando cautivos al cerrar la joven la tapa.
Stulcio que esperaba buenas nuevas del Diablo, se quedó esperando su llegada pero no venía; es mas, al cabo de un rato oyó a la joven cantando alegremente:
Tralaralarilo
Tralaralarila
Esto le hizo montar en cólera, montar a caballo y montar unas claras a punto de nieve, tan a punto de nieve las montó que acabó tiritando de frío y deseando acabar al calorcillo del Infierno, pero el Diablo de Tercera había fallado en su misión.
Estaba nuevamente tan enfadado que se lo llevaban los diablos y decía:
-  Este bueno para nada de Diablo no ha sido capaz de hacerla callar ¡con lo que yo daría por conseguirlo!
Entonces otro de los diablos dejó de intentar llevárselo y le dijo:
- Yo soy un Diablo de Segunda
y hasta puedo hacer que el cielo se hunda
-       Pues si la haces callar me puedes pedir lo que quieras
-       Pues me pido tu alma, no es que valga mucho y como la tuya tengo montones; pero si no, ¿qué otra cosa podría pedir un Diablo?
Allí mismo se extendió el contrato y Stulcio lo firmó con su sangre que, afortunadamente, en aquel momento le salía de un dedo porque acababa de pincharse con una rosa negra.
El Diablo de Segunda cargó un saco enorme de rabia, de furia, de intolerancia y odio, y arrojando espumarajos verdiazules y sapos negros por boca, ojos y narices, se acercó a casa de la joven y gritó con voz tonante:
- Yo soy el Diablo de Segunda
y te traigo ira negra y furibunda
A lo que la joven, sin acritud y muy amablemente, le respondió:
- Y yo soy una joven no mal parecida,
alegre y cantarina
que tengo mi alcoba,  salita y cocina,
también un estuche bonito y cuadrado
que es también perfecto por todos sus lados.
Y dicho esto abrió el estuche y la ira y el diablo fueron a parar al fondo quedando prisioneros al cerrar la joven la tapa.
Stulcio que esperaba mejores resultados de este segundo Diablo, se quedó esperando su llegada pero no venía; es mas, al cabo de un rato oyó a la joven cantando alegremente:
Tralaralarilo
Tralaralarila
Ya no cabía en si de rabia, tanto es así que hasta tuvo una experiencia extracorpórea; se subía como un suflé, se subía por las paredes, se subía a la parra…, tanto se subió que comenzó a tener vértigos y deseos de bajar a tierra firme e, incluso, a lo más profundo de los infiernos si fuera preciso, la cuestión era bajar porque ya comenzaba a marearse.
Estaba nuevamente tan enfadado que casi se lo llevaban los diablos y decía:
-        Está visto que con estos diablos no hay nada que hacer, son unos inútiles y no son capaces de concederme mi mayor deseo ¿qué tengo que hacer para que se calle de una vez?
Entonces el último de los diablos que quedaba, y que ya no intentaba llevárselo; porque, para él solo pesaba demasiado, le dijo:
- Yo soy un Diablo de Primera
y  sabes que todo acaba saliendo a la tercera
-   Pues si esta vez va la vencida me puedes pedir lo que te parezca
-   Pues me pido tu alma, no es que valga mucho y como la tuya tengo montones; pero si no, ¿qué otra cosa podría pedir un Diablo?
Allí mismo se extendió el contrato y Stulcio lo firmó con su sangre, que tuvo que sacarse con una lanceta de las de medir la diabetes.
El Diablo se vistió de galán de la pantalla y se armó de flores, bombones, loores, también de lisonjas, bonitas semblanzas, piropos, halagos, loas y alabanzas, regalos, ofrendas, mimos y zalemas, y acercándose a casa de la joven le soltó, con voz meliflua y persuasiva todo su repertorio, diciendo:
- Yo soy el Diablo de Primera
y te traigo orgullo, soberbia altanera
A lo que la joven, humilde, modesta y suavemente, le respondió:
- Y yo soy una joven no mal parecida,
alegre y cantarina
que tengo mi alcoba,  salita y cocina,
también un estuche bonito y cuadrado
que es también perfecto por todos sus lados.
Y dicho esto abrió el estuche y la soberbia y el diablo fueron a parar al fondo quedando atrapados al cerrar la joven la tapa.
Stulcio que esperaba mejores resultados de este último Diablo confiando en que a la tercera iría la vencida, se quedó esperando su llegada pero tampoco venía; es más, al cabo de un rato oyó a la joven cantando alegremente:
Tralaralarilo
Tralaralarila
- ¡Esto ya es el colmo! ¡ni todos los diablos del averno pueden con ella! Pues está visto que si quieres conseguir algo lo tienes que hacer por ti mismo, así que tendré que ser yo el que meta en cintura a esta joven.
Y vistiéndose con todas sus galas oficiales de:  Protosterio, Escalocio, Gran Mergomante en Amplitudes, Supervisor de puntos y comas y Clavifer Ante Portas; redactando órdenes de embargo y expropiación sobre alcobas, salitas y cocinas,  cánones e impuestos sobre los Tralaralarilos Tralaralarilas, tasas y consumos sobre las risas y sonrisas, alborozo y bulla,  muecas y arrumacos; todo ello en miniado pergamino, con sellos y firmas, pólizas, lacres y cintas, se encaminó rimbombante y solemne a casa de la joven.
Cuando llegó; desatando cintas y desenrollando los pergaminos, con voz pomposa y hueca; dijo así
-  ¡Cuidado conmigo! yo soy el Protosterio, Escalocio, Gran Mergomante en Amplitudes, Supervisor de puntos y comas y ahora también el Clavifer Ante Portas;
yo soy el que tiene la llave,
el que abre, el que cierra,
el que entra y el que sale,
 y vengo a aplicarte el peso de la ley per in saecula saeculorum.
Le respondió la joven:
- Y yo soy sólo una joven no mal parecida,
alegre y cantarina
que tengo mi alcoba,  salita y cocina,
también un estuche bonito y cuadrado
que es también perfecto por todos sus lados.
Si usted me permite
lo abro y le pago
Y dicho esto abrió el estuche; saliendo de él el miedo, la ira,  la soberbia y los tres diablos de primera, segunda y tercera, y apoderándose de Stulcio, esta vez si, se lo llevaron a los infiernos para siempre jamás.
Y la joven no mal parecida,
alegre y cantarina
que tenía su alcoba,  salita y cocina,
también un estuche bonito y cuadrado
que es también perfecto por todos sus lados
se quedó feliz y contenta por siempre en su casita con su
Tralaralarilo
Tralaralarila






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