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sábado, 14 de febrero de 2015

El Rey que quería un Gigante




Un nuevo cuento acumulativo (entre otras cosas, de cargos ocupaciones o pluriempleos) sobre un Reino muy peculiar, en donde se aprecia también lo relativo de las cosas. Lo publiqué en "En el Mundo de los Cuentos"



EL REY QUE QUERÍA UN GIGANTE

  Puede escucharse mientras 
se sigue el texto en el 
vídeo que figura al pie


Había una vez un reino muy lejano, muy lejano, y muy pequeño, muy pequeño. No es que se viera pequeño debido a la gran distancia sino que era pequeño de verdad, con abundancia de pequeñez o, si lo preferís, con escasez de dimensiones. Tan pequeño era que no tenía ni castillo ni palacio, y el Rey tenía que vivir en una escalera de vecinos; en el Principal Primera por ser el Rey, pero en una escalera de vecinos. En la Planta Baja vivían los súbditos y no había más pisos por encima del Principal porque nadie debía estar más alto que el Rey.
Un día el Rey llamó al Chambelán que vivía en el Principal Segunda y le dijo:
-Ya estoy harto de ser la burla de los otros Reyes; cada vez que asisto a la boda de la princesa de un país vecino se ríen de que en este reino no tengamos un gigante, como es tradicional, y tan sólo tengamos duendes, brujas y trasgos porque ocupan poco espacio.  Esto no lo puedo tolerar, o sea que ya te puedes ir espabilando para conseguir un gigante, por lo menos de dos metros.
Dijo el Chambelán 
-Majestad: como Ministro de la Vivienda que soy no encuentro que podamos alojar a un gigante, no hay vivienda alguna vacía y menos de las dimensiones adecuadas.
-Eso son excusas, todo el mundo sabe que los gigantes viven en los bosques o en una cueva de la montaña.
Respondió el Ministro de la Vivienda, que también era el Chambelán
-Permitidme deciros Majestad,  como Ministro de Medio Ambiente que soy, que en el reino no contamos con bosques y tampoco con montañas.
-Pues entonces ordeno que se plante un bosque inmediatamente
Dijo el Ministro de Medio Ambiente, que era el Ministro de la Vivienda, que era el Chambelán
-Como no sea en el aparcamiento de la real carroza…  porque como Ministro de Obras Públicas que soy le informo que no queda un palmo cuadrado disponible en todo el reino. Además no sé qué opinaría el Tesorero Real, que soy yo, del costo de la obra.
-Pues que hable el Tesorero Real
-Majestaddijo el Tesorero Real, que era el Ministro de Obras Públicas, que era el Ministro de Medio Ambiente, que era el Ministro de la Vivienda, que era el Chambelán – El Tesoro Real podría soportar la plantación de media docena de pinos, que es lo que cabría en el aparcamiento, pero también se ha de considerar el costo de adquirir un gigante con sus aranceles aduaneros y su licencia de importación. Claro que al suprimir la carroza real  se compensaría con el ahorro de sueldo de cochero y lacayos.
-Pues no se hable más, plantemos el bosque y comencemos a buscar un gigante en paro en los reinos vecinos.
-Majestad -terció ahora el Ministro de Agricultura, que era el Tesorero Real, que era el Ministro de Obras Públicas, que era el Ministro de Medio Ambiente, que era el Ministro de la Vivienda, que era el Chambelán –  ¿habéis pensado en lo que debe costar alimentar a un gigante?; porque ni toda la producción de nuestras explotaciones agrícolas con sus cuatrocientos metros cuadrados de huerta, ni las granjas avícolas a pleno rendimiento con sus cien gallinas, ni toda la ganadería ovina con sus diez ovejas censadas y menos aún la vaca lechera que compone nuestra cabaña bovina, serían suficientes para ello y entonces, tanto vuestra Majestad como todo el reino se verían obligados a pasar hambre.
-Decís bien señor Ministro, - concluyó el Rey - pero es mi voluntad y debemos encontrar una solución para, sin prescindir de nuestras comodidades ni de nuestras provisiones, contar como todo reino que se precie con un gigante. Estudiad todos los problemas, sometedlo a los Sabios y Consejeros del reino y mañana me traéis la solución.
El Ministro de Agricultura, el Tesorero Real, el Ministro de Obras Públicas, el Ministro de Medio Ambiente, el Ministro de la Vivienda y el Chambelán se recogieron a debatir consigo mismos, puesto que eran también los Consejeros del reino y los hombres más sabios.
La reunión, frente a una taza de café y una magdalena, fue tensa e intensa y se prolongó hasta altas horas de la noche. Cada cual planteó sus puntos de vista, los pros y los contras, estando incluso, en algún momento, a punto de llegar a las manos, pero finalmente llegaron a una solución y se retiraron todos juntos a descansar como un solo hombre.
Al día siguiente se presentó el vecino del Principal Segunda, en calidad de Chambelán, ante la butaca del Rey y, haciendo una reverencia, dijo:
-Majestad; hemos debatido el tema y, finalmente, el Guardián de las Pesas y Medidas nos ha hecho comprender que las dimensiones y las proporciones son relativas y que a tal reino corresponde tal gigante, por lo tanto ya hemos resuelto el problema sin costo alguno e, incluso podría reportarnos ingresos extra por turismo.
-Decid, mi buen Chambelán, explicaos
-Hechos los oportunos cálculos, en función del tamaño de vuestro reino y de las dimensiones medias de los gigantes que habitan los otros reinos, da como resultado que para vuestro reino bastaría con un gigante de un metro sesenta y cinco centímetros, con lo que, además, sería el gigante más pequeño del mundo y, por tanto, una atracción turística de primera magnitud.
-¿Y dónde podríamos encontrar un gigante así de pequeño?
- Majestad, - dijo el Chambelán - yo estoy acostumbrado a asumir todos los cargos y papeles en vuestra Corte y, como además mido precisamente ese metro sesenta y cinco centímetros, podría asumir también el trabajo de gigante, siempre que no se me exhiba más de dos veces por semana y no se me haga vocear más de una vez al día, puesto que mis otras obligaciones me lo impiden.
El Rey quedó más que satisfecho con la sabia decisión de los ministros y sabios de su Corte y mandó celebrar la llegada del Gigante Más Pequeño del Mundo haciendo colgar banderitas de la barandilla de la escalera y tirando un par de cohetes; de lo que, lógicamente, se encargó el Ministro de Festejos y Cultura que era el Ministro de Agricultura, que era el Tesorero Real, que era el Ministro de Obras Públicas, que era el Ministro de Medio Ambiente, que era el Ministro de la Vivienda, que era el Chambelán y muchas otras cosas más y que, además, a partir de ese momento pasó a ser también el Gigante del Reino.

Como ya ha acabado el cuento.... puedes darte por contento.


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