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domingo, 15 de febrero de 2015

El dragón apagado

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El dragón apagado


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se sigue el texto en el 
vídeo que figura al final



Había una vez un joven dragón del que se burlaban todos los demás. Resulta que, el pobre, en lugar de echar llamas como hacen todos, echaba agua. Desde muy pequeño, sus compañeros de colegio lo despreciaban y no querían jugar con él:
- Vete de aquí y no te acerques más, que aún puedes apagarnos las llamas si nos mojas.
Estaba siempre solo y, cada vez más triste. Se retiró a una cueva y allí se pasaba los días enroscado sobre el poco oro que había podido conseguir, porque a todos los dragones les gusta dormir en un mullido colchón de monedas de oro y joyas, aunque el suyo no era muy cómodo porque era muy delgado.
Los demás dragones, al hacerse mayores salieron en busca de aventuras, oro que robar y princesas que secuestrar, pero todos acababan encontrando a un príncipe que les clavaba su espada, su lanza, su venablo o su flecha, rescataba a la princesa y se apoderaba del oro y las joyas.
Se decía que ya no quedaban dragones por aquel reino y que las princesas ya podían salir tranquilas a pasear sin miedo a que las raptaran.
Cierto día, una de estas princesas andarinas llegó a la boca de la cueva donde dormía nuestro dragón y éste, al despertarse, como hacen todos, sopló con fuerza por la boca como intentando asarla, pero en lugar de llamas salió tal cantidad de agua que dejó a la princesa chorreando.
Desde entonces en aquel reino presumen de ser el único en que se conserva un dragón vivo; y éste ya no se aburre más y disfruta de su nuevo trabajo, que consiste en cuidarse de mantener bien regados los jardines de palacio.

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