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martes, 17 de febrero de 2015

El defecto de la mariposa

De "Dos docenas de cuentos frescos"
(calibre XL  de 6 a 103 años)




Puede escucharse mientras 
se sigue el texto en el 
vídeo que figura al pie



Había una vez una mariposa que tenía un grave defecto: se creía a pies juntillas todo aquello que oía o leía.
En cierta ocasión leyó lo siguiente: “el aleteo de una mariposa puede producir un tsunami en las antípodas”. La mariposa, que tenía muy buen corazón y no quería ser la causa de un cataclismo, se quedó inmóvil, sin atreverse a mover un ala, y miraba reprobatoriamente a las otras mariposas que por allí revoloteaban imprudentemente libando de flor en flor.
Pasados unos días comenzó a desfallecer, porque en la flor que estaba posada ya no quedaba ni una gota de néctar y se estaba mustiando, en vano estiraba su espiritrompa hasta lo más alto de los estambres. Sus alas comenzaron a perder su polvillo.
Una oruga se estaba comiendo una hoja próxima, la vio tan mal que se acercó a ella y le preguntó que por qué no cambiaba de flor, y la mariposa respondió que no podía volar. La oruga le dijo que si le faltaban las fuerzas para volar podía acercarse a otra flor una ramita por encima y allí podría reponer sus fuerzas.
La mariposa, que creía todo lo que se le decía, se acercó poco a poco, pasito a pasito, a la flor y la encontró plena de néctar y con él pudo saciarse.
Una vez recuperadas sus energías se encontró en condiciones de volver a volar, pero sabía que no debía hacerlo, aunque ignoraba por qué. En eso si que aquella mariposa era normal y no tenía ningún defecto. Su memoria temporal, como la de todas las mariposas, era muy limitada - de corta duración - y ya no sabía a ciencia cierta la causa que le impedía volar, mientras tanto podía ver a otras mariposas haciendo rizos, toneles y barrenas en una variada muestra de acrobacia aérea.
Ya no recordaba el porqué de su decisión de no volar y ya comenzaba a olvidar también que fuera incapaz de hacerlo; así que, imitando a las otras, comenzó a agitar las alas y se lanzó al vacío con un vuelo en picado y un tonel invertido.
Esperemos, por su propio bien, que no le diga nadie ni lea lo de que “cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo” porque podría pensar que su vuelo  pudiera provocar una pequeña glaciación en algún jardín australiano.





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