Estamos inmersos en la sociedad de consumo;
a la que, incluido algún que otro caracol,
nadie puede escapar
EL CARACOL COMPULSIVO
Puede escucharse mientras
se sigue el texto en el
vídeo que figura al final
- ¡HABLE CON SUS
AMIGOS DESDE CASA!, ¡TELERINGG, SU LÍNEA TELEFÓNICA DE CONFIANZA!
-
¡Qué buena idea! – dijo el caracol al ver el
anuncio en un muro – Así podré hablar con
los míos desde casa sin tener que pegarme agotadoras caminatas. Voy a pedirlo
de inmediato.
Al solicitar el alta de la línea
telefónica y dar su dirección: “C/
Cualquier sitio pero cerquita”, le aconsejaron que contratara un teléfono
celular ya que su vivienda era móvil y al desplazarse se romperían los hilos de
la línea.
Tenía ya su flamante smartphone,
con cámara fotográfica, GPS y no se sabe cuantas cosas más, pero cuando intentó cargarlo según le
habían indicado, se dio cuenta de que no tenía donde enchufarlo, por lo que tuvo que darse de alta de la luz, con el mismo problema de los cables que con el teléfono, pero pudo montar una instalación solar que le permitía la movilidad.
Una vez cargada la batería
intentó llamar a sus amigos pero, o desconocía sus números, o no tenían
teléfono; así que le resultó inútil, no obstante se entretuvo haciendo fotos a
cada rincón de su vivienda y escuchando su música preferida en los tonos que se
bajaba. Pero lo más importante para él es que se le abrió un nuevo e inmenso
mundo en Internet por el que comenzó a navegar hasta que vio el siguiente
anuncio:
- ¡NO SEA CATETO,
PÁSMESE CON NUESTRO PLASMA!
Y ni corto ni perezoso se compró
el televisor más grande que podía hacer pasar por la entrada de su casa y
además tuvo que instalar una antena en lo más alto y tirar tabiques en unas
cuantas espiras de la concha.
Y pasmado ante la pantalla se
tragaba toda la publicidad y zapeaba cada vez que amenazaban con poner un
programa entre los anuncios.
Así, poco a poco, fue llenando su
casa con: un hidromasaje, microondas, horno, lavadora, secadora,… tantas y
tantas cosas que ya no cabían en su cáscara y tenía que dormir en malas
posturas, por lo que padecía de fuertes dolores de espalda hasta que vio el
siguiente anuncio:
- DUERMA COMO UN
LEÑO CON LÁTEX LO ANDORRANO
Y se encargó un colchón con sus correspondientes somier y canapé. Para poderlo entrar tuvieron que hacer una abertura en un
lateral, que luego cerraron con una ventana, con lo que quedó una casita de lo
más aparente.
Otro día vio el siguiente
anuncio:
PUERTAS FUERTES TE
MANTIENEN INDEMNE
Y encargó que le instalaran una
puerta de seguridad para mantener lejos de sus preciadas pertenencias a los
amigos de lo ajeno.
La puerta sólo respondía a una
clave secreta, algo así como un “ÁBRETE SÉSAMO”, y una vez instalada era
imposible abrirla sin la consabida frase.
Allí estaba parado delante de su
casita, admirando la belleza de su nueva puerta, pero cuando pretendió entrar,
la puerta no respondía a sus palabras ni a sus ruegos.
O bien se había equivocado de
clave o la puerta tenía un fallo, así que se quedó fuera maldiciendo a la
técnica y a la sociedad de consumo.
Tampoco pudo llamara a Puertas
Fuertes para que llegaran a resolver el problema puesto que el teléfono se
había quedado dentro.
Así que tuvo que resignarse, comenzar
a construir una nueva casita y se prometió no volver a mirar un anuncio en lo
que le quedara de vida.
Si algún día yendo por el campo
te encuentras una concha con una antena en lo más alto, una ventanita y una
puerta no dudes de que es la casita del amigo caracol, pero no te molestes en
intentar abrirla si no te sabes la contraseña.
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